Todo el mundo estí¡ advertido sobre los peligros de consumir comida rí¡pida o "fast food", de manera habitual.
Sin embargo, hay alimentos que la mayoría de las madres encuentran saludables, pero que de hecho es mejor excluir del menú de los niños o limitar severamente su ingesta diaria.
La experta nutricionista Elena Tikhomirov enumera categorías de productos que se consideran erróneamente saludables para los niños y explica con detalle por qué no es recomendable que se consuman de manera habitual.
El yogur natural se hace a base de leche y de las bacterias del í¡cido lí¡ctico, con lo que se obtiene un producto muy versí¡til. El problema es que este yogur no es el que se come habitualmente. Los niños prefieren yogures con trozos de fresas o frutas tropicales, con una cantidad enorme de azúcar. Tomando un yogur de este tipo, un niño estarí¡ consumiendo un producto con mí¡s de 300 kcal por 0,3 litros de producto. Este resulta mí¡s calórico que cualquier ración de helado y es casi equivalente a una barra de chocolate.
¿Qué debemos hacer?
Elabore usted mismo el yogur y añada fruta fresca, para darle mí¡s sabor.
Le estarí¡ dando a su hijo un postre excelente, aunque tampoco debe abusar de su consumo.
Los zumos envasados aportan un montón de carbohidratos. No contienen fibra, ni vitamina C.
Si elaboramos nuestro propio zumo de frutas, este conservarí¡ todas las vitaminas, si lo tomamos en la media hora siguiente a haberlo preparado. El zumo contiene todas las calorías que se encuentran en las frutas y nos aporta una fibra muy valiosa. Un niño es poco probable que se coma dos naranjas de una sentada, pero fí¡cilmente se tomarí¡ un buen vaso de zumo elaborado con ellas. Ademí¡s, tomí¡ndolo antes de las comidas incrementarí¡ su apetito y sus ganas de comer, ademí¡s de complementar perfectamente su dieta diaria.
¿Qué debemos hacer?
Para calmar la sed, dele agua, limonada casera, zumo elaborado por usted y si no puede prepararlo, una pieza de fruta fresca. Si a su hijo le gusta el zumo y no sufre de exceso de peso, puede darle una cierta cantidad de esta bebida como postre varias veces a la semana.
También puede cortar en pequeños trozos una manzana jugosa, un pepino, menta y un par de rodajas de limón. Cúbralo con agua y deje que cueza. Cada dos litros de este preparado, puede añadir 1-2 cucharadas de azúcar.
Si compra a su hijo un postre de dieta, en el 95% de los casos puede estar segura de que usted ha sido víctima de una estrategia de marketing. Por ejemplo, puede ser que el fabricante especifique las calorías cada 50 g del producto, en lugar de cada 100 g. Y seguramente usted no repare en el hecho de que un trozo de pastel difícilmente pesarí¡ menos de 50 gramos.
Con respecto a etiquetar los productos como "eco", podemos encontrar detrí¡s de ellos una situación poco clara, ya que no hay una ley que defina que productos pueden ser considerados claramente ecológicos y cuí¡les no. No se fie de las etiquetas, ya que en ellas los fabricantes pueden escribir casi cualquier cosa.
Otra categoría son los productos bajos en azúcar y tolerados por los diabéticos. Estos contienen fructosa en lugar de azúcar y no por ello pueden ser inocuos para este tipo de enfermos.
Por cierto, estí¡n totalmente desaconsejados para las personas que padecen diabetes tipo I. La glucosa calórica (en otras palabras, el azúcar) y la fructosa son casi lo mismo, pero el cuerpo convierte mucho mí¡s rí¡pidamente la fructosa en grasa.
El mito sobre los beneficios de la sémola tiene su origen en la era soviética, cuando se creía que los granos mí¡s refinados y pulidos eran mí¡s beneficiosos. Ahora todos sabemos que esto no es así, pero de todos modos se sigue alimentando a los niños con sémola. Después de la molienda del trigo, este pierde toda la grasa y sólo encontramos hidratos de carbono.
Lo que debemos hacer: cocinar papillas para el bebé con los demí¡s cereales, como el trigo sarraceno, el maíz, la avena y el arroz integral. La sémola de trigo, por supuesto, no debe eliminarse totalmente de la dieta del pequeño, pero hay que entender que su ingesta debe ser un placer, nunca un alimento esencial.
Cuando empezó la "persecución" contra la mantequilla, debido a su mayor contenido en colesterol, muchas madres empezaron a sustituir esta grasa de origen animal, por otra de origen vegetal. Sin embargo, olvidamos que 10 gramos de aceite vegetal contiene alrededor de 90 calorías. Debemos tener en cuenta el número de cucharadas de aceite que debemos poner en una ensalada para aderezarla en condiciones y la cantidad de calorías que nos aportarí¡n. Sin darnos cuenta, una simple ensalada también puede contener una buena porción de grasa, que puede engordar a su hijo.
¿Qué debemos hacer?
Contar cuí¡ntas cucharadas de aceite agrega a la comida de su niño. A veces estas le aportarí¡n un contenido calórico parecido, aunque los índices de colesterol sean mí¡s altos. El colesterol puede ser perjudicial para las personas de edad, pero para el cuerpo de un niño en crecimiento puede ser muy importante, siendo necesario para la formación de las membranas celulares del cuerpo.
Por supuesto, una gran cantidad de frutos secos y frutas desecadas contienen muchas vitaminas, pero su contenido calórico es muy alto, y es muy fí¡cil comer mí¡s de lo necesario. La dosis recomendada de nueces son 25-30 gramos al día. A un niño no puede costarle nada comer de una sentada 100 g de almendras, que le pueden aportar unas 600 calorías. Un puñado de orejones o ciruelas pasas puede equivaler a una ciruela o a un albaricoque, pero comer cinco albaricoques secos es mucho mí¡s fí¡cil que comerlos frescos.
Ademí¡s, algunos frutas desecadas (como los orejones), a veces por seguridad y para que tengan mejor aspecto se tratan con dióxido de azufre o se empapan en jarabe de azúcar. Es mejor comprar menos albaricoques frescos y disfrutar del placer de comer fruta, con una menor ingesta de azúcar.
¿Qué debemos hacer?
No poner a un niño delante de un tazón de nueces y frutos secos.
Es mejor darle una cierta cantidad, por ejemplo, 5 frutos secos o desecados.
En verano, es mejor alimentarse con frutas frescas